miércoles, 29 de marzo de 2017

Standoperos mexicanos


México es un país tendencioso. Es, también, un país profunda y esencialmente . Es quizás por estas dos cosas que resulta extraño pensar que nos tomó tanto tiempo descubrir el stand up; ese formato de comedia de autor que en el resto del mundo lleva años haciendo reír. Pero, más lentos que seguros, hace unos años alguien recibió el memo y un boom de standoperos comenzó, hasta la fecha vivimos montados en esa ola y poco a poco nos vamos enterando de más shows y formas de ser cómico. Dependiendo de a quién le preguntes, el stand up tiene de 7 a 4 años de historia en México, nadie sabe a ciencia cierta quién “lo trajo” (si es que es posible tomar responsabilidad por algo así) y mínimo hay dos autoproclamados padres de este estilo comedia en México.

Aquí es donde quiero hacer una pausa y volver a la naturaleza tendenciosa del mexicano, cuyos gustos son marcados tanto por nuestra historia como por lo que percibimos como cool del resto del mundo: lo externo y novedoso que también queremos experimentar y aplicar al stand up. Lo irónico es que al mismo tiempo que queremos medirnos con los mejores y más originales, también deseamos reír de las mismas cosas de siempre. Ésta es la dicotomía a la que se enfrenta este género de entretenimiento en la tierra de la Malinche y el espanglish; la tensión entre hacer chistes de caca y putos, y al mismo tiempo querer ser tan astutos como Jerry Seinfeld o George Carlin. Es una escena joven, y por ende esperanzadora, pero es también un caldo de cultivo de egos, envidias y la ilusoria noción de algunas risas valen más que otras.




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